El siguiente artículo fue publicado el 30 de septiembre en el diario El Mercurio
Promover el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el manejo de las tecnologías es esencial, según el docente que fue elegido entre más de 200 postulantes a este premio que destaca a quienes están cambiando la vida de sus estudiantes.
Durante la universidad empezó la vocación de Rogers Méndez (37), oriundo de la Región del Maule, por enseñar. Mientras se formaba en Ingeniería Informática en la U. Católica del Maule era profesor ayudante de varias asignaturas. “Ahí me empecé a encantar con la enseñanza”, dice.
Después, pasó un tiempo trabajando para empresas y logró determinar el perfil profesional que se requiere, uno enfocado en habilidades blandas, como la resolución de problemas y trabajar en equipo. “Pensé que al juntar mi vocación por enseñar, con los dominios en la tecnología y con el perfil que se necesitaba de los profesionales, tal vez podía hacer un buen trabajo respecto a poder educar y preparar a los jóvenes”, cuenta sobre su inicio en la profesión docente.
Así es que en 2017 se convirtió en profesor técnico-profesional de la especialidad de Programación en el mismo lugar donde él estudió electricidad y electrónica, el Instituto Politécnico Bicentenario Juan Terrier Dailly, de Curicó. Su trayectoria lo ha llevado a obtener esta semana el Reconocimiento Profe TP 2023 de la ONG Canales, la segunda versión de este premio que galardona a aquel docente de la especialidad técnico-profesional de educación media que está cambiando la vida de sus estudiantes.
Fue elegido por un jurado —que incluyó a expertos en educación como el secretario ejecutivo de Educación Media TP del Ministerio de Educación (Mineduc), Cristián Lincovil— entre más de 200 postulantes de todo Chile y, luego, de entre cinco finalistas. La educación media técnico-profesional “es el nivel educativo orientado al desarrollo de aptitudes, competencias, habilidades y conocimientos, desde un enfoque de aprendizaje práctico”, según el Mineduc.
Hay cerca de 6.500 docentes involucrados en esta formación que incluye el 37% del total de estudiantes de 3° y 4° medio en el país. “Es importante reconocer el trabajo que estos docentes hacen y cómo aportan a los estudiantes, tanto en el desarrollo de las competencias como en el acompañamiento del desarrollo de habilidades socioemocionales”, indica Claudia Paredes, directora ejecutiva de la ONG Canales, que realiza esta premiación con apoyo de diversos colaboradores, como “El Mercurio”.
“Méndez dio cuenta de varias competencias que tenían que ver con la innovación en el aula, con la vinculación con el medio para poder establecer canales de formación con empresas y con educación superior. También aplica dentro del aula metodologías que permiten que los estudiantes se motiven y se mantengan
en las especialidades que eligen”, señala.
Curiosidad y creatividad
El docente, quien dice que este “reconocimiento es un tremendo orgullo”, asegura que su profesión “es muy importante” porque “impacta en la vida de los jóvenes, que se vuelven agentes de cambio y que finalmente van a transformar y modificar este mundo para que sea un lugar mejor para vivir”.
Sin embargo, reconoce que la educación técnico-profesional debe “sufrir una transformación profunda” para poder adecuarse al futuro y al avance de las tecnologías. “Los estudios internacionales que se han publicado últimamente del Foro Económico Mundial o de empresas como IBM han proyectado que al año 2030 más del 50% de los trabajos van a ser automatizados. Y hay estadísticas que proyectan que en 20 años, más del 65% de los trabajos en los que van a estar los jóvenes aún no se han inventado”, afirma el docente.
“Si nosotros transmitimos conocimientos teóricos o entrenamos a los estudiantes para que puedan resolver o responder preguntas estandarizadas, no les estamos entregando las habilidades que son fundamentales para enfrentar el futuro”, advierte. En cambio, “para no quedar obsoleta, la educación técnico-profesional debe fomentar las habilidades del siglo XXI, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas de forma creativa y el manejo de las tecnologías. Todo ello, con metodologías activas, potenciando el aprendizaje a través de proyectos”. Al impartir la especialidad de programación se enfoca justamente en eso. “Les enseño cómo a través de la tecnología nos podemos preparar para el futuro, con proyectos que permiten resolver problemas que afectan a nuestras comunidades”.
Ejemplo de esto es que el año pasado Méndez resultó ganador junto a sus estudiantes del concurso escolar “Samsung Solve For Tomorrow”, con “Agro Detect”, un dispositivo capaz de detectar el exceso de pesticidas en el ambiente y avisar a través de una aplicación. “La motivación de que están haciendo un trabajo que está resolviendo un problema que es relevante para la comunidad genera el interés necesario para poder activar la curiosidad y, a través de ella, poder llegar a la resolución de estos problemas”, dice. También es clave la libertad creativa: “El profesor ya no es la persona dueña del conocimiento, sino que más bien va guiando el proceso para que finalmente ellos sean los protagonistas y puedan, a través de su propia creatividad, buscar la solución”. Es de esta forma, concluye, “que la educación técnico-profesional podrá seguir preparando a los estudiantes para el mundo del trabajo y para sus vidas”.